Hace un par de semanas, entre vasos de whisky, música, bromas y amigos, surgió un mini-debate que casi llegó a los niveles de discusión. El tema de tal diatriba era: musicalmente, ¿qué década fue mejor los ochentas o los noventas?
La mitad (hombres en sus cuarentas) consideraba que la de los ochentas era mejor y el resto (hombres en sus treintas) consideraba que la de los noventas. Fue obvio pues que transitemos por diversos recuerdos lo cual nos ayudo a llegar a diversas conclusiones. Una de ella fue que, en los ochentas los latino-americanos nos dimos cuenta que podíamos hacer rock de primera.
La mitad (hombres en sus cuarentas) consideraba que la de los ochentas era mejor y el resto (hombres en sus treintas) consideraba que la de los noventas. Fue obvio pues que transitemos por diversos recuerdos lo cual nos ayudo a llegar a diversas conclusiones. Una de ella fue que, en los ochentas los latino-americanos nos dimos cuenta que podíamos hacer rock de primera.